1. La elección del título de esta comunicación es intencionada. Después de veinte años, las potencias occidentales asociadas en una alianza militar (la OTAN) se han autocalificado, con arrogancia, como representantes de la “comunidad internacional” y, por esa misma arrogancia, han dejado de lado a las Naciones Unidas, la única institución cualificada para hablar en este nombre. Esta actitud es, ahora, sistemática y, en todas las conferencias internacionales las potencias de la OTAN hacen rancho aparte para, a menudo, oponerse de manera colectiva a los demás, ¡”al resto del mundo”!
Elegir preferentemente un instrumento concreto que constituye una alianza militar para representar al grupo de naciones implicadas no es una casualidad. Muestra la existencia efectiva de una estrategia colectiva del grupo. Una estrategia a través de la que se explican los objetivos de esta nueva forma de imperialismo, que se puede calificar como “imperialismo colectivo”1 El mundo real está dividido entre potencias dominantes y países dominados y las primeras, para seguir siéndolo, deben conservar el acceso a los recursos naturales del planetaentero exclusivamente en su provecho, y para ello el control militar por parte de las fuerzas armadas de los Estados Unidos y sus aliados subalternos de la OTANse ha convertido en el medio ineludible.
2. Los objetivos reales del nuevo imperialismo colectivo no pueden, evidentemente, ser reconocidos. Para ocultarlos, las potencias concernidas han decidido instrumentalizar en beneficio propio el discurso de la democracia y los derechos humanos. Las diplomacias de la triada (Estados Unidos, Europa, Japón) presenta el mundo como dividido entre países democráticos y países que no lo son. Las democracias (las potencias de la OTAN) reivindican “un derecho de intervención” para promover el progreso de la democracia y hacer respetar los derechos humanos de los que se mofan aquí y allí las dictaduras bárbaras. Hay quien habla incluso de “deber de intervención”.
3. La agenda de las Naciones Unidas prevé la organización de una serie de grandes conferencias internacionales destinadas a aclarar los grandes temas para el siglo XXI, y una de ellas trata de los problemas de “racismo y de discriminación en todas las variedades de sus formas”. La fórmula reservada para estas conferencias prevé eldesarrollo paralelo de una asamblea de representantes de Estados y una asamblea que se supone que representa a “la sociedad civil”.
La primera edición de esta conferencia se llevó a cabo en Durban en septiembre de 2001, unos días antes de los atentados del día 11 de ese mes.
Se prevé una segunda edición de la conferencia para abril de 2009. Y aunque tendrá lugar en Ginebra, se ha llamado “Durban II”.
4. Durban I representó un fracaso doble para las potencias de la OTAN porque precisamente, la mayoría de los gobiernos del Sur que había en la conferencia y a la vez el Forum de la sociedad civil, hicieron fracasar su maniobra.
En el marco de la conferencia de Estados, los gobiernos de la gran mayoría de los países del Sur defendieron los principios del derecho internacional que prohíben toda intervención exterior decidida unilateralmente y sea cual sea el pretexto. La historia les ha hecho comprender en efecto las razones reales de estas intervenciones y la hipocresía del discurso sobre la “misión civilizadora”, actualmente bautizada como “defensa de los derechos humanos”. Los desarrollos posteriores a Durban I confirman la sensatez de este rechazo. La Carta de las Naciones Unidas, que no autoriza esas intervenciones si no es con el acuerdo del Consejo de Seguridad y que somete su magnitud y duración a condiciones restrictivas severas, ha sido desde entonces violada sistemáticamente por las potencias de la OTAN que se han otorgado el derecho a decidir unilateralmente sus intervenciones. Después de la invasión de Iraq, bajo pretextos que todos saben perfectamente que son falsos, se entiende que las potencias de la OTAN teman un nuevo “fracaso” en ocasión de Durban II.
El Forum de la sociedad civil que se reunió con ocasión de Durban I también condenó el principio de las intervenciones exteriores en los asuntos de los países del Sur. Y, sin embargo, no renunció a denunciar los crímenes cometidos por los gobiernos del Sur contra sus poblaciones. El Forum no cuestionó la perfecta legitimidad de las campañas organizadas para denunciar estos delitos y nunca ha considerado que no sea deseable el apoyo de la gente del Norte a estos combates comunes por la democracia. Sin embargo, para ser justos, ¡el Forum se negó a confundir la necesidad de la solidaridad internacional de la gente y las decisiones unilaterales de intervención de los gobiernos del Norte! No sabríamos reprochárselo. Por experiencia histórica, los pueblos del Sur saben que la dominación imperialista siempre ha sido un obstáculo importante para la democracia. Saben que el motivo que se alega para legitimar la intervención – la “defensa de la democracia” no se ha utilizado más que cuando la intervención proyectada perseguía los objetivos reales de la dominación imperialista. Los pueblos del Sur implicados tienen que asumir por ellos mismos la dirección de los combates para hacia su liberación, la democracias y el progreso social.
Las potencias de la OTAN, después de Durban I, cuestionaron la “representatividad” del Forum de la sociedad civil. Es muy cierto que la fórmula de estos Foros, que reúnen a muchas organizaciones de muy diversas inspiraciones, merecen ser objeto de una reflexión crítica necesaria. Y la fórmula que garantice una “representación auténtica” de los pueblos sigue siendo difícil de definir. No obstante, el Forum de Durban I no fue realmente menos representativo que otros, ¡en particular que los que reúnen a ONGs cuidadosamente escogidas por ciertas instituciones internacionales como el Banco Mundial!
La institucionalización de formas adecuadas de representación de los pueblos, concebida para reforzar la legitimidad de las Naciones Unidas y no para debilitarla, constituye ciertamente un objetivo que hay que perseguir. El debate y propuestas de acción que tienen lugar en este sentido tienen que ser incluidas en el orden del día de los Foros sociales y de todas las organizaciones democráticas y progresistas.
Para las poblaciones del Sur, Durban I fue un éxito2. Es la misma razón por la que las potencias de la OTAN la han calificado de “fracaso”.
5. Los africanos – representantes gubernamentales y de movimientos sociales independientes – que fueron numerosos en Durban I, plantearon la cuestión de la trata de esclavos. Los pueblos de África recordaron en Durban I que la trata de esclavos, además del horror, fue en buena medida el origen del atraso que el continente sufre aún, y que la “ayuda” quese les ha concedido en la actualidad debería por este motivo ser considerada como reparación. No hay nada de “escandaloso” en esta proclama.
6. La cuestión palestina también estuvo en el orden del día de Durban ¡Sería un escándalo que no hubiera estado!
Para los pueblos de Asia y de África, Israel es un hecho colonial evidente basado en la conquista de un territorio extranjero y la limpieza étnica. Los colonos israelíes, como todos los colonos, son necesariamente racistas.
El hecho de que las diplomacias de los países del Surhayan calificado antes el sionismo de racismo, con razón, ya que, por razones de oportunidad o por obligación, se retractaron enseguida, no cambia en nada la opinión general en Asia y en África, espontáneamente anticolonialista y por eso mismo, necesariamente antisionista. El chantaje habitual al que se libran las autoridades israelíes y sus amigos occidentales, prohibiendo la condena de las prácticas del Estado de Israel, con el pretexto del “antisemitismo”, carece de impacto en las opiniones de Asia y de África. Después de las masacres de Gaza, Israel y sus amigos temen que Durban II sea aún más duro.
7. La preparación de Durban II, en curso (esta declaración fue escrita en marzo de 2009) es objeto de maniobras diplomáticas destinadas a permitir a las potencias de la OTAN que proclamen el “fracaso” antes de empezar. Los gobiernos de Estados Unidos, Canadá e Israel, seguidos por el gobierno italiano de Berlusconi, ya, han anunciado que quieren boicotear la Conferencia. Pero, el conjunto de los países europeos estima sin duda que es difícil seguirles, porque se arriesgan a irritar las sensibilidades de las opiniones en los países del Sur, en particular en África y en los paísesárabes. Las diplomacias europeas buscan, pues, desesperada y visiblemente una excusa que les permita a su vez retirarse de la conferencia. ¡Esta es la excusa que les ofrecen! Lo que se juega en Durban II se ha visto en efecto turbado por la iniciativa que apunta a condenar “la difamación de las religiones” en claro menosprecio a la libertad de expresión.
Hay, pues, una gran confusión sobre esta cuestión. Hay una campaña de islamofobia bien orquestada que no desagrada forzosamente a los poderes en los países de la OTAN, dando a entender que los musulmanes son todos terroristas, al menos potenciales. Pero, independientemente de las opiniones que unos u otros crean tener que defender en los terrenos de la laicidad, la tolerancia y el respeto mutuo, queda aún que la formulación de una “prohibición” de intervención sobre el discurso religioso entra rigurosamente en conflicto con la libertad de expresión fundamento de los derechos humanos más elementales.
Esta formulación traiciona un espíritu arcaico, e incluso obscurantista. Curiosa iniciativa cuyos autores se encuentran además desde el principio en la mayoría de los gobiernos aliados fieles a Washington! Como los Estados del Golfo, cuyas prácticas obscurantistas son excusadas generalmente por las autoridades estadounidenses. Se podría añadir que este obscurantismo no es privilegio de algunos “musulmanes”, sino que sin duda lo comparten los cristianos “born again” de los Estados Unido (entre los que se encuentra el expresidente G. Bush Jr) ¡y el Papa de los católicos quien no vería inconveniente alguno al restablecimiento del delito de blasfemia!
En cualquier caso, la maniobra revela tal vez una convergencia interesante entre los objetivos de gobiernos que se encomiendan al Islam político y los de los países de la OTAN, al acecho de excusas para boicotear Durban II. Si están presentes en Durban II, los gobiernos europeos se encontrarán al pie del muro: ¿se atreverán a condenar los crímenes de guerra cometidos por Israel en Gaza? En definitiva, ¡eliminar de facto esta cuestión para sustituirla por un debate confuso, ambiguo e inútil sobre el lugar de las religiones en la vida de las sociedades les iría muy bien a las potencias de la OTAN!
Ginebra, 26 de marzo de 2009