La adopción por la Asamblea General de las Naciones Unidas de una “Declaración sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en Zonas Rurales” no es sólo un paso histórico hacia la protección de los cientos de millones de productores de nuestros alimentos.
Pone al servicio de toda la humanidad “una herramienta para luchar por un futuro común” sin paragón, según el título de un libro del CETIM que se publicará próximamente. Se trata del resultado de más de diecisiete años de lucha obstinada de uno de los movimientos sociales más grandes del mundo contemporaneo, La Vía Campesina y sus cerca de 250 millones de miembros.
Para el CETIM, que, como señala Jean Ziegler, “ha estado implicado en esta lucha desde el principio”, se trata de una victoria gigantesca y nuestra asociación se felicita enormemente.
Es relevante destacar que los 122 países de un total de 193 que votaron a favor de esta Declaración representan las tres cuartas partes de la población mundial (exactamente el 74,63%, según las últimas estadísticas disponibles); los ocho gobiernos que votaron en contra de ella sólo representan algo más del 6%. En cuanto a los 54 países que, probablemente a instancias de los Estados Unidos y de las multinacionales agroalimentarias, se abstuvieron en la votación final y los otros ocho que no participaron (representan, en total, el 20% del censo mundial), no hay motivos para perder la esperanza. De hecho, podemos suponer que, bajo presión popular, sus gobiernos actuales o futuros cambiarán de opinión e, incluso, que lo mismo ocurrirá finalmente en los países que votaron en contra. Esta victoria es sólo un paso en el largo camino hacia un desarrollo sostenible, justo y más equitativo.