Por una industria farmacéutica bajo control social y un plan global de vacunación público, universal y gratuito
Por iniciativa del CADTM Internacional, doscientas organizaciones sociales, sindicatos, ONG y otros movimientos activos en los cinco continentes, entre ellos el CETIM, han firmado un llamamiento internacional.
Gracias a un enorme esfuerzo científico basado en la colaboración internacional y a históricas sumas de dinero público, la humanidad ha podido desarrollar varias vacunas contra la Covid-19, eficaces en menos de un año.
Sin embargo, este gran logro puede verse, totalmente, ensombrecido por la codicia de la industria farmacéutica. En una situación tan crítica como la que vivimos, el criterio de excepcionalidad que se exige a la mayoría de la población debe aplicarse también sobre la industria farmacéutica privada y su permanente sed de beneficio. Liberar las patentes relacionadas con la Covid-19 debe ser una prioridad y un primer paso.
Pero, no podemos quedarnos ahí. Iniciativas como COVAX o C-TAP han fracasado estrepitosamente no solo por su insuficiencia sino, sobre todo, porque responden al fallido sistema actual de gobernanza mundial con propuestas donde los países enriquecidos y las multinacionales, muchas veces bajo forma de fundaciones, pretenden reconfigurar a su antojo el orden mundial. La filantropía y las iniciativas público, en auge, no son la solución. Mucho menos ante los retos globales actuales y, en un mundo dominado por Estados e industrias guiadas por la ley única del mercado y el máximo beneficio.
La crisis sanitaria está muy lejos de resolverse. El sistema capitalista y las políticas neoliberales han tenido un papel fundamental en todas las fases. En el origen de este virus está la transformación desenfrenada de las relaciones entre la especie humana y la naturaleza. La crisis ecológica y la crisis sanitaria están íntimamente relacionadas. Y la misma lógica predadora neoliberal ha agudizado las consecuencias de ambas al plantear una gestión de la crisis en clave privada y competitiva. El resultado es más desigualdad, más sufrimiento y más muertes en nombre de los intereses de una minoría privilegiada.
La pandemia ha acelerado y profundizado tendencias peligrosas, brechas sociales y fenómenos multidimensionales que veníamos observando desde hace décadas y que sufren en primera instancia las clases populares, especialmente las mujeres y las personas racializadas. Las mujeres son mayoritarias entre el personal sanitario que ha estado al frente de la lucha contra la pandemia, pero también en el sostenimiento de la vida frente a los recortes de servicios públicos y de derechos sociales de las que son las primeras víctimas.
La salud y el acceso a la sanidad y a la vacunación son un derecho humano universal. Por lo tanto, las vacunas deben ser consideradas un bien común global. Y para asegurar su accesibilidad universal, liberar, urgentemente, las patentes deben acompañarse de mecanismos de nacionalización de las industrias farmacéuticas privadas y de una fuerte inversión en el desarrollo de industrias farmacéuticas públicas en todos los países. Una acción decidida que permita planificar públicamente la producción y distribución de las vacunas, desarrollando las capacidades productivas propias, a nivel local allí donde sea posible y, complementando con solidaridad internacional vinculante en el resto de casos.
Si los virus no entienden de fronteras, su combate tampoco debería. El chovinismo sanitario es otra cara de la deriva reaccionaria excluyente que recorre el mundo. Los pueblos del Sur Global deben poder acceder a las vacunas en igualdad de condiciones que el resto de habitantes del planeta. Saludamos los esfuerzos de Cuba por desarrollar vacunas y tratamientos contra la pandemia desde la vocación de poner los resultados a disposición de la humanidad. Retos planetarios como una pandemia necesitan respuestas globales a la altura del desafío.
La economía privada, la fe ciega en el mercado y la lógica del beneficio se han demostrado incompatibles con la vida. La salud no puede ser una mercancía. La reactivación de la actividad económica no puede hacerse a costa de la salud ni de los derechos de las mayorías. Toca elegir: capital o vida. Debemos actuar con rapidez y contundencia, pensando en una estrategia global de acceso igualitario y de garantía universal del derecho a la salud.
Por todo ello demandamos:
ORGANIZACIONES INTERCONTINENTALES
África
Organizaciones Internacionales
África del Sur:
Kenia:
Marruecos:
Senegal :
Túnez:
América
Organizaciones Internacionales
Argentina:
Bolivia:
Brasil :
Chile:
Colombia:
Costa Rica:
El Salvador:
Ecuador:
Estados Unidos:
Haïti:
PAPDA – Plataforma Haitiana de Defensa para el Desarrollo Alternativo. http://www.papda.org/
Honduras:
COPINH – (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras) https://copinh.org/
México:
Panamá:
Perú:
Puerto Rico:
Uruguay :
Venezuela :
Asia:
Organizaciones internacionales
Bangladesh :
Corea del Sur:
India:
Japón:
Malasia:
Pakistán :
Filipinas:
Sri Lanka :
Europa :
Organizaciones internacionales
Alemania
Inglaterra
Austria:
Bélgica
Bosnia- Herzegovina
España
Francia:
Grecia
Hungría:
Italia:
Portugal
República Checa:
Eslovenia
Suiza: