Níger bajo sanciones neocoloniales

11/12/2023

La versión original de este articulo fue publicada en francés en el periodico ginebrino Le Courrier

Durante la 54.ª sesión del Consejo de Derechos Humanos celebrada en Ginebra, Fatimatou Hima, en nombre de la Plataforma Campesina de Níger (organización miembro de La Vía Campesina), y apoyada por la organización ginebrina CETIM, denunció el peso de las sanciones económicas impuestas por la comunidad internacional a la población de Níger y, en particular, sus efectos nefastos para las zonas rurales.

Desde hace muchos años, el CETIM defiende una posición firme contra la utilización de las «medidas coercitivas» con fines políticos por parte de los Estados poderosos de la escena internacional. Estos Estados explotan su posición dominante para debilitar, a través de estas medidas, las economías de países terceros con el fin de provocar el derrocamiento o la desestabilización de sus gobiernos cuando estos se niegan a plegarse a la voluntad de los primeros. Estas medidas coercitivas unilaterales, adoptadas en flagrante contradicción con el corpus de los derechos humanos, recogidos en la Carta de las Naciones Unidas, los Convenios de Ginebra de 1949 y sus dos protocolos, tienen graves consecuencias para prácticamente todos los derechos humanos en general, y para los derechos económicos, sociales y culturales en particular.

En un contexto histórico regional complejo, marcado por las luchas por alcanzar una verdadera independencia y por la soberanía en muchos países de África occidental, las medidas coercitivas unilaterales impuestas por Estados poderosos se consideran un legado persistente de la época colonial. Habida cuenta de su fatídico impacto sobre los derechos fundamentales de las poblaciones afectadas, estas prácticas no pueden ser ignoradas y deben ser objeto de un seguimiento por parte de las Naciones Unidas.

De hecho, durante las discusiones de una «Mesa redonda sobre medidas coercitivas unilaterales y derechos humanos», que se celebró en Ginebra a mediados de septiembre durante la 54.ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el CETIM proporcionó un espacio de intervención a la Sra. Fatimatou Hima, representante de la Plataforma Campesina de Níger y miembro del movimiento internacional Vía Campesina, para poner de relieve los devastadores efectos para la población de Níger de las medidas coercitivas unilaterales adoptadas por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) (1), el Banco Mundial y la Unión Europea tras el cambio de poder en el país nigerino el 26 de julio de 2023 (2).

En su declaración, la Sra. Hima subrayó los efectos devastadores de las sanciones económicas y financieras sobre la población, en particular sobre las y los campesinos. El aumento de los precios de los alimentos (3), un menor acceso a los insumos agrícolas, una menor productividad debido al acceso limitado a la electricidad, la suspensión de la ayuda al desarrollo… Las sanciones están golpeando duramente a las comunidades rurales.

Su testimonio contradice las afirmaciones de la Unión Europea (UE), que declaró ante el panel que «los productos agrícolas y alimentarios, incluidos los cereales y los fertilizantes, nunca fueron objeto de nuestras sanciones», trasladando así la culpa de la amenaza a la seguridad alimentaria a Rusia. De hecho, las exenciones europeas para bienes esenciales no impiden obstáculos concretos a su traslado, que se derivan de la estricta aplicación del régimen de sanciones por parte de bancos, aseguradoras, transportistas, etc.

La UE también afirma que es «uno de los mayores donantes de ayuda exterior del mundo, incluso a países en los que se aplican sanciones». Sin embargo, tal y como señaló la Sra. Hima, cinco días después del cambio de poder en Niamey, la UE se apresuró a suspender su ayuda al desarrollo, concretamente la ayuda crucial destinada al campesinado.

Por otra parte, la representante de la Plataforma Campesina denunció los cortes de electricidad atribuidos a las sanciones impuestas por la CEDEAO con el apoyo de Francia y la UE, que no solo generan problemas a la productividad agrícola y al sistema sanitario del país, sino que también dificultan gravemente el desempeño de sus funciones a organizaciones humanitarias como Médicos sin Fronteras (MSF) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Según UNICEF, el cierre de las fronteras ha provocado el bloqueo de «dos contenedores (…) en la frontera de Benín que contenían equipos esenciales de la cadena de frío, 19 contenedores en el puerto de Cotonú que contenían equipos de vacunación y de la cadena de frío y 29 contenedores destinados a Níger que contenían suministros de alimentos terapéuticos y jeringuillas». Por su parte, MSF ha declarado que falta el 70 % de la electricidad que normalmente se importa de Nigeria, lo que obliga a los centros médicos a depender de generadores, lo que supone una grave amenaza para la estabilidad del sistema sanitario.

Sanciones en la encrucijada de grandes cambios geopolíticos

La Relatora Especial de la ONU sobre los efectos negativos de las medidas coercitivas unilaterales, Alena Douhan, reiteró ante el panel la evidencia del impacto de las sanciones sobre un amplio abanico de derechos humanos fundamentales. La Sra. Douhan también subrayó la importancia de desarrollar una herramienta para supervisar y evaluar las sanciones y sus efectos. A continuación, la representante de la UE declaró que el panel no era el lugar adecuado para abordar la cuestión de las sanciones, obviamente, con el objetivo de evitar este debate en el Consejo de Derechos Humanos.

Para comprender lo que está ahora en juego en Níger, es esencial contextualizar las medidas coercitivas adoptadas contra el país y su población a la luz de las convulsiones geopolíticas. Se trata, en particular, del debilitamiento progresivo de la presencia occidental, sobre todo francesa, en el Sahel. Desde hace años, los pueblos africanos rechazan cada vez más el neocolonialismo occidental, cuestionando los intereses geopolíticos y geoestratégicos de las potencias neocoloniales, alineadas con los intereses económicos y comerciales de sus empresas transnacionales.

ger, uno de los 14 países del África occidental, forma parte esencial de la zona del franco CFA. En esta región, a pesar de haber obtenido la independencia política hace más de cincuenta años, persiste el dominio neocolonial de Francia, que le proporciona considerables ventajas económicas, especialmente a través de la gestión de la política monetaria (el Tesoro francés posee hasta el 50 % de las reservas de divisas). Este mantenimiento de un control casi absoluto sobre las economías nacionales favorece a las empresas francesas que operan en la zona CFA en detrimento de la soberanía nacional y popular de los países afectados.

La historia demuestra claramente que cualquier intento de cuestionar esta estructura política y económica establecida en el periodo posterior a la independencia se encuentra invariablemente con la oposición frontal de las potencias neocoloniales extranjeras y sus colaboradores locales. Cualquier iniciativa social o líder africano que se atreviera a defender la soberanía popular y oponerse al neocolonialismo era rápidamente desechado, sometido a medidas represivas o incluso asesinado.

En este contexto, resulta evidente que la violenta reacción de Francia, con el apoyo de sus aliados, no es en absoluto sorprendente, dados sus antecedentes históricos.

Sin embargo, es importante señalar que nuestro mundo está en proceso de transformarse en un mosaico multipolar, mientras que la conciencia africana se afirma cada vez más en cuanto a la necesidad de adquirir una verdadera y completa independencia. Esta evolución se refleja en el desalojo progresivo de las fuerzas francesas de algunos países de África occidental, mientras el gobierno francés se esfuerza por comprender las causas profundas de este rechazo.

¿Hacia un nuevo capítulo de la independencia africana?

Las recientes convulsiones ofrecen a Níger la oportunidad de sacudirse el dominio extranjero que intenta asfixiar al país bajo sanciones, al tiempo que mantiene abiertas sus fronteras con vecinos como Burkina Faso y Malí, que han rechazado firmemente las políticas injerencistas neocoloniales. Si Níger hubiera estado totalmente aislado, la crisis actual habría sido mucho más devastadora de lo que estamos presenciando actualmente.

Los realineamientos regionales también están reforzando la capacidad de Níger para hacer frente a cualquier intervención militar extranjera. Burkina Faso, Malí y Níger han firmado un pacto de defensa mutua, creando la «Alianza de Estados del Sahel». El representante de Malí en las Naciones Unidas llegó a hablar en nombre del gobierno militar de Níger desde la tribuna de la Asamblea General, insistiendo enérgicamente en el papel perturbador de las intrusiones extranjeras en la región, así como en las caóticas consecuencias de una intervención militar (prevista en su día por la CEDEAO). El apoyo mutuo es esencial, sobre todo para las poblaciones rurales de estos países, que han reafirmado en repetidas ocasiones la necesidad de la solidaridad campesina internacional para promover la paz.

¿Estamos asistiendo al surgimiento de un vasto movimiento de liberación en todo el continente africano? Tal vez sea prematuro asegurarlo, pero no cabe duda de que ha llegado el momento de poner fin a todas las formas de injerencia. También es hora de deconstruir la arquitectura neocolonial, fuente de desigualdad y sufrimiento, y de reconocer el derecho de cada pueblo a la autodeterminación y a elegir su propio camino hacia el desarrollo.

Raffaele Morgantini, Representante del CETIM ante la ONU

 

Notas:

(1) Fundada en Lagos (Nigeria) en 1975 e integrada por: Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo. Cabe señalar que la mayoría de estos Estados están sometidos a una dominación neocolonial.

(2) Lea el comunicado de prensa conjunto del CETIM, Vía Campesina y la Plataforma Campesina de Níger, https://www.cetim.ch/sanciones-contra-niger/

(3) Por ejemplo, un saco de arroz que costaba 11.000 francos CFA antes de esta crisis cuesta ahora 17.000 francos CFA, lo que representa una inflación del 55%.

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